Historia

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Sincronicidad, Misterio y Destino...

El siguiente relato es la historia de una serie de encuentros mágicos que ocurrieron en mi vida gracias a los Mandalas. Tal vez esta experiencia personal pueda ser útil para inspirar a otras personas y despertar así su interés por este arte milenario que puede ayudarlos con el próximo paso que cada uno decida dar.

Un día mi amiga Virginia me habló de Candonga, un lugar muy especial en Córdoba, cerca de Salsipuedes. Su relato me interesó mucho y quise conocer más sobre ese lugar. Virginia, entonces, me dio el teléfono de Susana, la dueña de un campo allí, así que no dudé en llamarla y hablé con ella por largo tiempo. Le comenté que había comenzado a hacer mandalas autoadhesivos, tipo vitraux, para pegar en vidrios de oficinas, salones de meditación, hogares, autos, etc. A mí un Mandala traído de Australia me había ayudado a traspasar una dura situación emocional en la que me encontraba y mi objetivo ahora era ayudar a otras personas a autocentrarse, armonizar los lugares y recordar la belleza y sabiduría interna que reside en nuestro interior.

Susana se sorprendió porque tenía un libro de Mandalas en sus manos, que enviaría a una amiga en México que atravesaba un tema de salud. Cuando nos despedimos y acordamos que visitaría su campo, ella me pidió si podía llevar en mi camioneta a una persona que siempre iba en auto y esa vez no podía. Le respondí afirmativamente, entonces me dio el teléfono de Rosa María. Me comuniqué con ella unos días después y combinamos nuestra partida a Córdoba. Además viajarían conmigo mis amigos con su hijo.

El viaje fue muy armónico y placentero, reíamos mucho, conversábamos de distintos temas y comíamos rico. El momento de cuándo parar y qué hacer estaba dentro de una danza de acuerdos implícitos que hacía nuestro trayecto relajado y agradable.
En un momento les conté que había señado un departamento que me gustaba mucho para mudarme con mis hijos. Se trataba de un paso muy importante para mi familia luego de mi separación.

La primera vez que conocí el departamento sentí que ése era el lugar para nosotros. La operación no era sencilla, mi reserva iba a tener que ser aceptada por 12 herederos y ya existía una seña anterior que luego de un año de dificultades había sido abortada.

Cuando algo me gusta, generalmente lo sostengo en mis pensamientos. Por otro lado la forma en que me enteré de la venta también fue otra “causalidad”. Un año antes había averiguado por una propiedad en ese edificio y estando en el patio central sentí que era ahí donde quería vivir. Me enteré que no era fácil conseguir departamentos, ya que habitualmente los propietarios del lugar están a la expectativa de comprar antes de que se pongan a la venta y de esa manera realizar inversiones. Pasaron varios meses, y un día que iba en el auto con mi hija, le mostré el edificio para que tuviera una idea de lo que me gustaba como futuro lugar para vivir nosotros. Estacioné frente al portón y ella me contó que en ese edificio vivía la abuela de su querida amiga. “Creo que su abuela vende departamentos aquí mismo”, me dijo. Semanas después, hablé con la señora y me contó que no tenía ningún departamento a la venta, pero que si aparecía alguno iba a avisarme. Siete meses más tarde aproximadamente, pasado el verano, me llamó contándome del retiro de la reserva de la persona interesada anteriormente y me proponía ir a verlo. Así fue como ni bien entré supe que era el lugar donde quería vivir.

Luego del comentario a mis compañeros de viaje acerca de la reserva y el modo en que llegué a conocer el departamento les hablé acerca de la historia de quien había sido su dueña. Se trataba de una mujer muy emprendedora, de mucho carácter y muy elegante que había fallecido hacía dos años. También había sido la propietaria de Bambi, un lugar muy reconocido en Buenos Aires donde se comía muy rico. Rosa Maria me dijo entonces que esa señora fue la que les había vendido el lugar donde ahora está la Editorial, en Avenida Santa Fe”.

Entonces surgió dentro de mí la certeza interna que ese iba a ser mi nuevo hogar, para mí y mis hijos; no hacía falta hacer nada para lograrlo, todas las señales estaban apareciendo. Y así fue....

Cuando llegamos a Córdoba, compartimos una cabaña con Rosa Maria, lo que nos permitió conocernos mejor. En una de las salidas por la zona en el auto, conversamos con ella acerca de mis proyectos. Ella dirigía un Centro Cultural y mis planes coincidían con lo que ella venía buscando hacía algún tiempo para su Centro Cultural. Una de mis intenciones era hacer una agenda diaria con Mandalas para colorear y dibujar. Luego del viaje, Rosa María me pidió que nos reuniéramos con uno de los directivos y la encargada de ventas de la Editorial para presentarle mi propuesta.

Todo se estaba dando de forma muy natural, la noche anterior a mi viaje a Candonga, había conversado con la tía de un amigo de mi hijo que había conocido unos días antes y sin saber por qué le conté mi sueño de hacer una agenda con Mandalas. Descubrimos juntas que también era uno de sus proyectos. Ella trabaja en el tema Editorial desde hace más de 20 años y vende libros de calidad para niños en el exterior.

Al volver de ese viaje tenía el Qué hacer, Para qué, Con quién y el Cómo del proyecto de la Agenda Los Mandalas; como así también el inicio de un proyecto más grande con éstos símbolos maravillosos. A partir de ahí, las calcomanías de Mandalas que estaba fabricando comenzaron a comercializarse en la tienda Ki, perteneciente a la Editorial Kier.
Los directivos de la Editorial decidieron empezar con una publicación de 3000 ejemplares de la Agenda Los Mandalas 2007. Tuvieron mucho éxito y aceptación y pronto se agotaron en las grandes librerías. Esto permitió que para el 2008 se decidiera comenzar con 10.000 ediciones para comercializarse en toda América y España. Las ventas fueron tan buenas, que para el 2009 apostamos a una edición de 12.000 ejemplares.

La salida de la Agenda 2007 coincidió con los 100 años de la Editorial y en su importante stand de la Feria del Libro de ese año, la Agenda fue la niña mimada ofrecida, junto con otros libros, a los proveedores y visitantes del exterior. En las Librerías importantes de Buenos Aires habitualmente la colocaban en un lugar de privilegio frente a otras agendas y los vendedores opinaron que se vendió como pan caliente.

Por mi parte, decidí hace unos años, vivir sin empujar las cosas a pesar de haber tenido buenos resultados en el pasado. La sensación y cansancio que me dejaba, nunca compensaban lo obtenido y lo que es peor me perdía de disfrutar el trayecto.

Creo que desde nuestra intención guiamos los acontecimientos y que el estar atentos al devenir que danza con lo que nuestra alma realmente quiere y necesita para seguir avanzando, es lo que le da un sentido especial y mágico al misterio que es la vida.

Año tras año, mi deseo de poder acercar a la gente la magia que brindan los mandalas crece más y más y es raro que sea necesario explicar hoy, que significa la palabra Mandala.

Además de la diversidad de productos y servicios que actualmente ofrece “LOS MANDALAS”, este emprendimiento me permitió conocer a gente muy especial, artistas, terapeutas, amigos, que me acompañan con esto que empezó como un sueño y hoy puedo decir que ya es una realidad mucho más maravillosa de lo que podía imaginar.

Un cálido saludo afectuoso a todos los que deseen recibir este mensaje,

Vivian Mattei